13 agosto 2007

Falta de reconocimiento en el trabajo: ¿culpa de quién?

La falta de reconocimiento en el trabajo debe ser uno de los problemas que más afecta a los empleados y el más difícil de resolver para las empresas, porque genera desmotivación y, en consecuencia, baja en la productividad y alza en los conflictos. Pero si tanto preocupa al trabajador y tan poco conviene al empleador, ¿de quién es la culpa? ¿Quién es el que no reconoce? ¿Y qué hay para reconocer?

”El reconocimiento por la tarea que uno realiza es necesario en cualquier aspecto de la vida personal y también en el trabajo. ¿De quién es la culpa de que esto no se logre? Los contextos grupales son complejos y con muchas variables. Es lícito que un empleado muestre lo que hace buscando el reconocimiento y depende de la autoridad del grupo el saber manejar estas situaciones, otorgando su estímulo y así mejorando el clima de trabajo”, opinó la licenciada Olga Cartañá, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) integrante de la comisión de Psicoanálisis y Sociedad.

“Hay que ver el caso puntual, por supuesto. En consultorio me tocó atender casos de mobbing (acoso moral) y he visto cómo se buscó que un empleado renuncie. Los trabajos son escenarios donde a veces se da la circunstancia de la camaradería y otras veces la destrucción. Y hay ‘trepadores’ o ‘situaciones de poder’ que favorecen a uno en detrimento de otros. Es muy complejo”, explicó la psicóloga.

Cuando se trabaja en una situación de equipo, el trabajador pide que el reconocimiento venga más desde los "de arriba" que desde los pares, a quienes se les pide solidaridad y compañerismo.
“Pero, justamente, la falta de reconocimiento cuando se trabaja en grupo y las diferencias económicas generan tensiones que hacen que el grupo se pelee entre sí. Estas tensiones sirven para desunirlos y se constituye una situación verdaderamente ineficiente para la tarea”, dijo Cartañá, quien aseguró que “hay un reconocimiento fundamental que es el monetario. Si uno hace mucho pero se gana poco, se siente mal”.

Según Cartañá, “si cada uno se está peleando con el otro, haciéndole notar lo que hace mal, compitiendo de manera destructiva es tan malo para la eficacia como para la persona. Por eso, los grupos de reflexión son una buena opción para hablar sobre los conflictos y dar paso a la cooperación y no al conflicto”.

En el caso de la Argentina, el contexto político-económico le aporta al trabajo una cuota de dificultad en lo que hace al reconocimiento de tipo económico. El poder adquisitivo después de la crisis disminuyó y la mano de obra se tornó “barata” sólo para las multinacionales. Lo difícil es cuando la baja remuneración -situación más frecuente que la alta- se suma a los conflictos de vinculación: ésta es probablemente la etiología del malestar que tanto se hacer sentir.

Fuente: Arizmendi

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